Sobre "Después de la fotografía"


Desde sus inicios la fotografía ha ido evolucionando, su función dentro de la sociedad ha sido sumamente relevante. Con la llegada de la era digital, el cambio ha sido quizás, más fuerte y continúa evolucionando exponencialmente. Su función se va re-definiendo con el paso del tiempo.


Lo análogo se transforma de una forma distinta a como lo haría lo digital. Se crea y con el tiempo, perece. Evoluciona por sí misma, de una forma más natural. Se trata de algo tangible, con una gran carga poética.
La image digital también evoluciona, pero su transformación es diferente. Es más controlada, necesariamente tiene que ser así. Es parte de su encanto.


Gran parte del encanto de la fotografía radicaba en que se trataba de una huella directamente tomada de la realidad. Un fragmento robado del espacio-tiempo. Un registro.
El gran atractivo de la fotografía digital, en un inicio, era que se lograba registrar cada vez más información, había una mayor definición de la imagen que nos permitía ver más detalles que a simple vista o con los inicios de la fotografía, no lográbamos ver. Ahora la manipulación de las imágenes ha sustituido todo esto.


“No la preferimos porque esto haga de la imagen algo más inmediato y “real”, sino precisamente porque la convierte en algo más irreal, en una ficción en la que esperamos encontrar la inmortalidad trascendente, la realidad superior, la menos finita”.


A causa de esto, hoy en día resulta un tanto difícil identificar lo real de lo ficticio. La fotografía y su posible manipulación, nos permite crear nuevas realidades.
Anteriormente habíamos mencionado como la fotografía se vuelve un testimonio y el tenerla resguardada o tener la posibilidad de eliminarla, de alguna forma nos permiten crear nuestras propias realidades, eliminando a la experiencia, engañando a la memoria.
Gran parte de nuestras vidas, la vivimos a través de pantallas. Quizás por esto mismo hemos generado esa concepción del mundo dentro de un recuadro. Lo validamos con la imagen capturada y lo pensamos de esta forma.


La fotografía deja de ser un mecanismo de registro, se vuelve muchas veces una simulación. Ésta pierde la capacidad de apropiarse del objeto. Lo que vemos ya no es el objeto fotografiado, sino una serie de alteraciones a partir de una huella copiada directamente de la realidad y transformada para otros fines varios.


Ver ya no equivale a creer. Con la alta tendencia a la manipulación de la imagen, la fotografía ha dejado de ser un referente. Lo que vemos ahora en una imagen es poco probable que se trate de algo 100% verídico. Las fotografías son anhelantes.Si tenemos la posibilidad de modificar los elementos de la imagen, lógicamente dispondremos de ellos plasmando aquello que anhelamos.


La fotografía puede madurar como un lenguaje, ya no se limita a transcribir la imagen tal cual la vemos sino que nos habla de muchas otras maneras. Conjuga lo ficticio y lo real generando un resultado que nos otorga más posibilidades con las cuales podemos jugar. Se expande.


Y entonces, podemos ver a la fotografía digital, más amablemente como un boceto “vulnerable a la modificación como siempre lo ha sido a la contextualización”.

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